28 de enero de 2014

Las Rebajas ¿sueño o pesadilla?

rebajas

El viernes pasado caí en la tentación de ir a las rebajas. Aún recuerdo cuando, años atrás, juré y perjuré que no volvería a caer, mi mala experiencia con este evento quedó grabada a fuego en mi interior. Sin embargo, tras echar un vistazo a mi armario y encontrar cinco tristes prendas de mis años mozos, comprendí que era hora de salir en busca de nuevos trapitos (también es cierto que lo hice para evadir la presión de la famosa época de exámenes). Antes de aventurarme ya había ojeado la ropa que ofrecía cada tienda (incluso comprobé la disponibilidad de lo que me gustaba), aunque bien he de decir que poco me sirvió.
Como siempre, una vez llegas a la tienda todo es un caos (y suerte que fui a la hora de comer que hay menos gente *guiño, guiño*), empiezas a rebuscar felizmente entre los trapajos revueltos y arrugados en busca de la prenda ideal, y cuando la encuentras empiezas a rebuscar de nuevo para encontrar tu talla: S, S, XS, XXL... no hay suerte, así que con un 5% menos de esperanza continúas con la búsqueda. Pero entonces, cuando menos te lo esperas: ¡Nueva Colección salvaje apareció! Levantas la mirada de los 40 euros que marca la etiqueta y te das cuenta de que ya pasaste la zona de rebajas, que está recogida en una pequeña esquina de la tienda (la cual has escudriñado, aproximadamente, en menos de 3 minutos). Y es que es imposible evitar el encontronazo con la ansiada Nueva Colección, los ojos te hacen chiribitas al mirar ese jersey tan 'cuqui', te imaginas con él puesto y lo ideal que te quedaría. Pese a todo, hay que ser fuerte, mirar hacia otro lado y olvidar, porque todo eso es el plan malicioso de las tiendas: primero te lo ponen difícil con prendas mal colocadas y tallas imposibles, después te dan en bandeja lo bonito y parece tan fácil cogerlo y olvidar el mal rato de la zona rebajada... ¡qué leches! si te gusta cómpralo, serán los 30 euros mejor gastados del día, es una opción, la otra es huir de allí lo antes posible y correr hacia la próxima tienda.
Personalmente, pude sentirme orgullosa de mí misma el viernes después de conseguir llenar mi armario con ropa nueva y ¡sin pedir préstamos! Además volví con la energía renovada para contraatacar a los exámenes, toda una 'Shopping terapia'.

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